La caravana del odio de Rafael Correa



Por Karla Calapaqui Tapia

“A ver, a esa malcriada atiéndanla”, gritó Rafael Correa desde su caravana que recorre el país, dejando un listado de agresiones.  Sus huestes corren presurosas a “atender” a quienes se atreven a irrespetar a la majestad de la presidencia, qué digo! ¿qué presidente?, ahora es un simple hombre sin todo el poder que algún día acumuló, pero aún sigue gozando de impunidad.

Rafael Correa llegó desde Bélgica el 5 de enero al Ecuador, para dirigir la campaña por el No a la consulta popular impulsada por el presidente Lenín Moreno. El No de Correa y sus simpatizantes, significa no me investiguen, no me quiten mis privilegios, no me fiscalicen, no me quiten lo ganado.
Y empezaron quitándole su partido.  En las calles la gente perdió el miedo y le ha dicho Si en su cara, le dicen corrupto, le abuchean, le lanzan huevos o tomates. En su caravana se esconde entre dos paraguas para evitar la puntería de los indignados. Ahora Rafael Correa está probando el infinito amor que le tienen: el rechazo en todo el Ecuador.

Un personaje con responsabilidades políticas, un ex gobernante de Estado es observado por el pueblo que puede apoyarlo o rechazarlo. Las formas de rechazo son innumerables, el pueblo siente impotencia y lo manifiesta de formas no tan "políticamente correctas" pero las creo válidas. Por diez años la población se sintió en una olla de presión, reprimida, controlada y ahora Correa cosecha lo que sembró: el desprecio del pueblo.

La caravana del odio o del terror como la llaman, se ha ensañado con mujeres principalmente, una joven en la Concordia, una mujer de 61 años, madre de la Asambleísta María Mercedes Cuesta, Erika Quishpe y su esposo Santiago Padilla de los casos más visibles, fueron agredidos por los guardaespaldas pagados por los ecuatorianos o fanáticos hasta ahora impunes, mientras las instituciones encargadas miran para otro lado. En esta campaña, Correa seguirá haciendo gala de su misoginia y su forma ruin de hacer política. 

En la Concordia, en Quito, Guayaquil, a la ciudad a donde vaya sentirá el rechazo, como lo ocurrido en Borbón, Esmeraldas, un pueblo cansado de promesas incumplidas, que recibió a Correa con gritos, recriminándole lo ofrecido en sabatinas. Prometió agua potable, cantonizar a Borbón entre otros ofrecimientos, les mintió innumerables veces, qué esperaba? Ahora Rafael Correa huye del pueblo, jamás podrá caminar tranquilo, lleva en su espalda la carga de la corrupción y la violación a Derechos Humanos.
 
En mayo de 2017, Rafael Correa firmó el decreto 1369 que establece: “Proporcionar de ser necesario protección y seguridad a los expresidentes y exvicepresidentes de la República, a sus cónyuges e hijos, por periodos de un año y seis meses, respectivamente, los plazos que se podrán acortar o extender sobre la base del informe de riesgos que obligatoriamente se elaborará...”. El presidente Lenin Moreno debe eliminar el decreto 1369, un gasto innecesario en tiempos de crisis, un servicio de protección presidencial hecho a la medida de quien ya se sentía temeroso. 

Es necesario despojar a Correa del equipo de seguridad, porque esa sensación de poder que algún día tuvo, en manos de un hombre desesperado y lleno de prepotencia y autoritarismo, es un riesgo de seguridad para la sociedad. La caravana del horror de Correa no puede seguir impune, las autoridades deben tratarlo como un ciudadano común.

Es indudable que el Sí, tiene una ventaja enorme frente al No, la campaña de Correa no hace mella pero deja ver ese pasado que es urgente enterrar. Es necesario descorreizar el país, un paso importante es a través del Si en la Consulta Popular. Descorreizar significa quitarle la correa que asfixia al Ecuador y sepultar una década nefasta. El objetivo principal entonces, es impulsar la campaña por el Sí, que quede claro que no es un cheque en blanco para Moreno. 


La campaña del Sí que impulsa la sociedad organizada demuestra altura, alegría y convicción, ese desde ya es el triunfo ante la caravana del odio. Sin duda, el pueblo le cobrará a Correa con un Sí contundente, todas las agresiones y el asalto a sus bolsillos y esa será otra de las victorias sobre el correismo.



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