Francia: Para eso sirven las protestas
Después de 15 días de protestas de los “Gilets Jaunes”
(chalecos amarillos), el presidente francés Emmanuel Macron dio marcha
atrás al “gasolinazo”, anunciado para enero de 2019. Aunque la medida
fue suspendida solo por 6 meses, significa una victoria parcial, pero a la final,
victoria del pueblo francés.
A
partir del 17 de noviembre, este movimiento empezó los bloqueos con
pequeñas concentraciones en toda Francia. Mujeres desempleadas,
asalariados, jubilados, artesanos, agricultores, etc., un importante
sector de las clases medias ha protestado por el alza de los impuestos,
el bajo poder adquisitivo, y un trabajo que solo enriquece a los dueños
de Francia sin que la mayoría de los trabajadores pueda llegar a fin de
mes.
Las demandas de este
movimiento son justas y claras y no se alejan de lo que proponen otros
sectores que han estado movilizados; no más impuestos, no alza de
combustibles (la gota que derramó el vaso), aumento del salario minimo y
de pensiones y, restaurar el ISF el impuesto a las grandes fortunas,
eliminado en el gobierno de Macron, con lo que se benefició a los
sectores más ricos. De ahi se ganó el nombre de "presidente de los
ricos".
Macron se ha
obstinado, ha menospreciado al movimiento de los chalecos amarillos,
como lo ha hecho con los trabajadores de los ferrocarriles, con los
sindicatos y estudiantes. Pero hoy la presión en las calles, obligó al
gobierno de Macron a retroceder. Y no es cualquier gobierno, es el de un
país imperialista.
Los
chalecos amarillos surgen del descontento, del hartazgo a la clase
política. Principalmente están en los territorios alejados de las
grandes ciudades, donde se siente el abandono del Estado, donde el
transporte público no funciona y el medio para movilizarse es el auto.
Hace unos días, más de 20 alcaldes de pequeñas localidades renunciaron
ante el anuncio gubernamental de cerrar una maternidad y obligar a las
mujeres de estas poblaciones a trasladarse a más de 100km para llegar al
hospital más cercano.
El
sábado 1 de diciembre, hubo cientos de movilizaciones en toda Francia.
En Paris, en la plaza de la Republica se encontraron los sindicatos y
los chalecos amarillos, la plaza de la Bastilla no dio cabida, en las
Tullerias, en el Arco del Triunfo, Opera. Así mismo ha habido
importantes movilizaciones en ciudades como Toulouse, Marsella, Burdeos,
etc.
Mientras nos dicen que la protesta no vale la pena, estas batallas en Paris nos demuestran lo contrario.
Por
otra parte, hay un afán de ciertos sectores como, la oposición de
derecha con Marine Le Pen a la cabeza, que trata de apropiarse del
movimiento. Existen también otros sectores democráticos que están
pelando conjuntamente con los chalecos amarillos y haciendo frente a los
que quieren pescar en rio revuelto.
El
pueblo francés se ha tomado las calles, plazas, prefecturas,
carreteras, han liberado peajes. Los medios sensacionalistas solo han
enfocado la violencia, principalmente en el Arco del Triunfo, en un afán
de desprestigiar al movimiento. Una francesa de 50 años, al ser
entrevistada manifestó “…toda revolución es violenta, no estoy a favor
de la violencia, pero que otro camino nos han dejado si no nos
escuchan”. ¿Autos incendiados? Hay que recordar Mayo 68. ¿La cabeza
(dimisión) de Macron? Hay que recordar la revolución francesa.
Todos,
o casi todos los medios de comunicación, que responden a la burguesía
francesa y al gobierno de Macron, han tachado a este movimiento como de
extrema derecha o bien de extrema izquierda, esto ya nos da una idea de
lo que entre líneas hay que leer.
Lo
que no sale en la televisión, corre en las redes. Policías de civil,
fascistas infiltrados en las marchas de los chalecos amarillos. Pero lo
que no se ve en los grandes medios, es también la diversidad y
creatividad de las protestas. Son los agricultores depositando “le
popo”, de las vacas en las prefecturas que son representaciones del
gobierno en los departamentos franceses. Lo que no se ve son los
abucheos y gritos contra Macron en sus recorridos. Lo que no se ve, es
el repudio de los chalecos amarillos contra los fascistas que pretenden
deslegitimar su accionar.
Este
movimiento es un nuevo actor en el escenario político y social de
Francia. Mas del 70% de la población francesa simpatiza, apoya a este
movimiento, porque sus reivindicaciones son justas. La realidad ha
golpeado la cara de Macron, a pesar de que ha empleado cientos de
unidades de policía, llamados CRS. Solo el sábado 1 de diciembre en
Paris fueron lanzadas “casi 10,000 granadas de todo tipo”, contra la
población.
El salario
mínimo en Francia es de 1184€ netos, el promedio del alquiler de
vivienda es de 700€, y de combustible 150€. Sin contar gastos en
alimentación, educación, impuestos, etc.
Según
el “Observatorio de la Desigualdad”, en Francia hay 2 millones de
personas que viven con menos de 677 euros por mes, 5 millones son
beneficiarias de ayuda alimentaria, otras organizaciones señalan que hay
más de 5 millones de personas que viven en condiciones precarias o en
la calle. El 10% de la PEA se encuentra en el desempleo y de este el 30%
son jóvenes.
La pobreza y
la pobreza extrema se han agravado por las reformas a leyes como la del
trabajo y las medidas neoliberales. En Francia, existe una exclusión
social para aquellos que viven en la pobreza, hay un ataque constante y
abandono del Estado hacia los barrios populares.
Con
la suspensión de las medias por parte del gobierno, los Gillets
Jaunes, anuncian que seguirán en las calles. No permitirán que les tomen
el pelo.
Hoy la
certeza es que franceses y francesas se han organizado y han decidido
luchar. Han dicho basta de hipocresía y basta a un sistema que los
asfixia. Capitalismo.
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