Aborto por violación: embarazo forzado es tortura de Estado

Aborto: despenalicemos el debate

Karla Calapaqui Tapia, activista.
Articulo publicado por el Diario La Hora, Quito Ecuador

Alguien me dijo que el aborto es un tema controversial.  Si pensamos en las víctimas de esta violencia, si lo vemos desde una perspectiva de derechos humanos, deja de ser controversial para ser una medida que salve la vida de niñas y mujeres.  Pienso que la postura más real, inteligente y humana es la que parte de la reflexión. Despenalizar el aborto no obliga a nadie a abortar.

Despenalizar el aborto significa democracia y dignidad para la mayoría de la población que somos las mujeres, significa darnos voz, poder de decisión sobre nuestros cuerpos. Significa salvar la vida de niñas y mujeres, sobre todo, las más pobres, las que no han tenido la “suerte” de tener educación, trabajo, recursos. Quien tiene dinero se practica un aborto seguro en clínicas privadas o en el extranjero, quien no, le espera la clandestinidad, la muerte, la cárcel, el estigma, “las mujeres que se someten a abortos inseguros frecuentemente experimentan complicaciones como abortos incompletos, infección, perforación uterina, hemorragia u otras lesiones de los órganos internos que pueden resultar en muerte, lesión permanente o infertilidad”.

El Estado ecuatoriano tiene una enorme responsabilidad, no garantiza los derechos de las mujeres, sigue creyendo que somos objetos y no sujetos de derechos.  Ha sido un actor que legitima la violencia.  No reconoce nuestra capacidad de decidir sobre algo tan básico como es nuestro cuerpo.

Fruto de la lucha de las mujeres ecuatorianas, la Asamblea Nacional debate la despenalización del aborto en 5 causales: violación, incesto, estupro, mal formación e inseminación no consentida.  Despenalizar el aborto, será un paso para estremecer las estructuras que sostienen la violencia contra las mujeres y atropellan derechos como la autonomía, la salud, la integridad, el derecho a la vida. 

En Ecuador más de 2000 niñas menores de 14 años, han sido violadas y forzadas a ser madres, según datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos-INEC. Son víctimas, violentadas en su mayoría en el entorno familiar: tíos, padres, padrastros, abuelos, etc. Es hora de pensar en las niñas a las que se les roba la vida y son torturadas con un embarazo no deseado y de alto riesgo. Embarazo forzado es tortura de Estado. 
El derecho internacional reconoce el derecho de las mujeres a estar libres de torturas y penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes. “El embarazo forzado y la maternidad forzada ponen en juego la vida de las niñas, pues enfrentan afectaciones en su salud física, mental y en su proyecto de vida”. Las repercusiones de una maternidad forzada son varias: depresión, angustia, estrés postraumático, riesgos a la salud física, deserción escolar. Es urgente que nuestro país cumpla con su obligación de proteger los derechos humanos de las niñas víctimas de violencia sexual de forma integral: salud sexual y reproductiva, anticoncepción oral de emergencia y aborto.
Abandonemos el miedo, hablemos sobre el aborto, hay que despenalizarlo en las calles, en la sociedad, no se trata de promover el aborto per se, sino la vida y el derecho a decidir.

¡Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto para no morir!




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